viernes, 9 de julio de 2010

LA NUEVA LEY DEL ABORTO Y EL POSITIVISMO

He estado escuchando estos días distintas opiniones a raíz de la nueva ley del aborto. De entre todas ellas la que más debate ha suscitado es la declaración de determinados líderes políticos del Partido Popular que han sugerido que no aplicarían de facto los preceptos que dan contenido a la citada norma en las comunidades que ellos gobiernan. Una de esas voces ha sido la de Ramón Luís Valcárcel presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia.
Ante esta actitud ha habido un alubión de críticas y llamadas al orden en aras al cumplimiento de las leyes que están en vigor, lo que por otro lado es lo coherente en un Estado de Derecho.

Una de esas críticas que determinados analistas políticos, principalmente de izquierdas, han mantenido estos días ha sido el poner de manifiesto que cómo un partido que no ha acatado la aplicación de los 2000 euros en el sector automovilístico, que supuestamente no ha asignado recursos para la ley de dependencia, que aplica la asignatura para la ciudadanía como ha creído conveniente o que propugna la desobediencia respecto a la nueva ley abortista, entre otros supuestos incumplimientos, se arrogue el derecho de ser el paladín de la igualdad de derechos y obligaciones en cada uno de los territorios que forman España.

Me parece este un argumento algo deslavazado y generalista que no es posible tratar de forma unívoca ya que encierra distintos análisis dentro de cada uno de los ejemplos de supuesta conculcación de la igualdad y que nos llevaría horas de debate.

Vaya por delante que me parece de aurora boreal colocar en el mismo orden de cosas el derecho a cobrar 2000 euros para comprar un coche o el derecho a cursar una asignatura menor como educación para la ciudadanía con el derecho a la vida de un ser humano.

En realidad lo que se plantea aquí es un viejo debate jurídico que ya mantuvieron grandes juristas como Ulpiano, Cicerón o Paulo y que a lo largo de la historia ha tenido gran vigencia como en el caso de la Alemania de Hitler o las dictaduras sudamericanas como Videla o Pinochet donde lo establecido en las normas debía acatarse a pesar de que estas supusieron constantes violaciones de los derechos mas fundamentales entre otros el de la vida.

La dicotomía entre Derecho positivo y Derecho natural se puede resumir en que el primero defiende que el Derecho que emana del legislador se debe acatar y punto, sin hacer análisis sobre la conveniencia de su contenido, mientras que el segundo es aquel que cree que hay un Derecho superior, común a los hombres e inalienable como son por ejemplo los derechos fundamentales de la vida, la libertad, la igualdad…entre otros y que por tanto toda norma debe publicarse bajo estos límites.

Aquí es donde yo creo que está el centro de la cuestión, ¿es el derecho a la vida un derecho fundamental y por tanto que la ley positiva debe respetar siempre? Todos convendremos que si y que por tanto se podría justificar que el gobernante o un juez no acatara aquella ley que violara el derecho de un ser humano a vivir, como establecían en su día determinadas leyes positivas de Hitler o Stalin.

Una ley que no respeta el derecho a vivir de un ser humano es contraria al Derecho natural y por tanto su no aplicación, en mi opinión sería la obligación de todo juez o gobernante que pretenda ser justo.

¿Y que hay del derecho a la objeción de conciencia de los médicos que también podría suponer una inaplicación de la norma de facto?

Tengo claro que la nueva ley es una carta en blanco para que médicos abortistas como el Dr. Morín o el Dr. Muñoz puedan realizar su genocidio sin temor a que nadie altere su cada vez más suculento negocio. Lo de médicos es por decir algo.

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