Pues resulta que después de pasar por el Togo, el Albergüe y el Atomic no podía salir nada coherente y nos pusimos a filosofar sobre la existencia de Dios. Vamos que en una hora pretendíamos resolver sobre lo que la especie humana lleva intentando discernir durante siglos.
Me voy a meter en un jardín pero de momento voy a hacer una reflexión.
Basándonos en la teoría de Darwin que intenta dar explicación al origen de las especies como resultado de múltiples variables que se dan por una cuestión estadística o casual, nos llevaría a pensar que el hombre existe pero que igualmente podría no haber existido.
Vamos, que estamos aquí como vulgarmente se dice "de chiripa". Osea que el ser vivo mas influyente de la historia de la Tierra, salvo que se demuestre lo contrario, y que influye a diario en el devenir de la misma ha sido fruto de la suerte o de la desgracia (según se mire para algunos).
Si pensamos así, no encontramos una razón de la existencia del hombre en la Tierra, y por consiguiente el hombre niega al propio hombre. No hay un fin trascendente por el que el hombre exista. Esto me lleva a concluir que la especie humana es irrelevante, no tenemos mas importancia que una chinche, un topo o un mosquito. Que pensamiento tan triste.
La verdad es que pasadas unas horas y con la lucidez que da la distancia me pregunto, pero ¿porqué coño acabamos hablando de Dios si la conversación inmediatamente anterior que recuerdo era algo relacionado con que si había que tirar fuera a un cerdo o yo que sé?(jajajajaja).
1 comentario:
Lo que no me queda claro es si asumes como cierta esa reflexión que haces (vaya por delante que yo la veo acertadísima) o si por el contrario estás recurriendo al cansino argumento de siempre para intentar (sin éxito) refutarla: la apelación a la incredulidad.
Fíjate, por mucho que Copérnico y Galileo (y muchísimo antes Aristarco de Samos) adelantasen hace 500 años que la tierra se movía alrededor del sol, y que poco después Kepler perfilase que ese movimiento era elíptico y no circular, aportando innumerables datos y cálculos que lo atestiguaban, a la iglesia le costó más de 200 años reconocerlo, cuando ya había muerto hasta Newton, y sólo en el Siglo XX reconocieron con la boca pequeña su error. Y todo utilizando ese mismo argumento de la apelación a la incredulidad y de que eso nos llevaría a un pensamiento muy triste: la tierra no era el centro del universo, ¿cómo podía ser eso si Dios había montado todo el tinglado pensando en nosotros?
En fin, quizás en vez de buscar tantas explicaciones transcendentes lo que tendrías que hacer es entender primero qué es lo que dice la teoría de Darwin, que ni se basa en la estadística ni en nada casual, sino más bien en el desarrollo de organismos complejos a través de cambios graduales y acumulados dirigidos por el mecanismo de la selección natural. Y la teoría de Darwin no intenta dar explicación, sino que explica el origen de las especies. Toda la comunidad científica la da por válida después de más de cien años de acumular evidencias que la atestiguan. Las únicas discrepancias están en el cómo de esos cambios graduales (si ha habido patrones suaves o más bruscos, o cómo explicar determinados comportamientos altruístas en grupos y/o individuos emparentados), pero no hay dudas sobre el fondo de la cuestión.
Así que sí, estamos aquí de chiripa. No sólo la especie humana, sino todas las demás. Y la propia tierra, y el propio sistema solar. Lo que pasa es que tú caes en el error de fijarte en la (en tu opinión) tremenda improbabilidad de este evento (la existencia del ser humano) sin tener en cuenta el aspecto más importante de la ecuación: los 13 mil millones de años de existencia del universo y que éste está formado por más de cien mil millones de galaxias, cada una de ellas con más de mil millones de estrellas, y éstas a su vez con su puñado de planetas correspondiente.
Lo más curioso de todo esto es que precisamente aquellos que recurren a la apelación a la incredulidad sobre los avences científicos no tienen luego problemas en recurrir a la explicación que genera más incredulidad de todas: la sobrenatural.
Sigue buscando. Saludetes...
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